lunes, 24 de marzo de 2014

Clavados a la Cruz.


¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
y cuántas con vergüenza he respondido,
desnudo como Adán, aunque vestido
de las hojas del árbol del pecado!

Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
fácil de asir, en una cruz asido,
y atrás volví otras tantas atrevido,
al mismo precio que me habéis comprado.

Besos de paz os di para ofenderos,
pero si fugitivos de su dueño
yerran cuando los hallan los esclavos,

hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
clavadme vos a vos en vuestro leño
y tendréisme seguro con tres clavos. Amén.

                                       Lope de Vega

                                       (Recogido en la Liturgia de las horas)

lunes, 3 de febrero de 2014

Subsistieron en la clandestinidad.

Recientemente se ha conocido la existencia de unos diez mil documentos que hablan de la persecución contra los cristianos en Japón entre los años 1603 y 1867 con numerosos mártires. Personal del Vaticano, junto con otras instituciones japonesas, viene trabajando en la catalogación de dichos documentos. Y también recientemente el Papa Francisco se hizo eco de aquella persecución, poniendo como ejemplo ante el mundo cristiano actual a dicha comunidad cristiana, aislada y despojada de sus pastores. En esta ocasión (15.01.2014) decía el papa: «Es ejemplar la historia de la comunidad cristiana en Japón. Escuchen bien: sufrió una dura persecución a principios del siglo XVII. Hubo numerosos mártires, los miembros del clero fueron expulsados y miles de fieles fueron asesinados. En Japón no había ningún sacerdote, todos fueron expulsados. Entonces la comunidad se retiró en la clandestinidad, conservando la fe y la oración a escondidas, y cuando nacía un niño, el papá y la mamá lo bautizaban, porque todos nosotros nos podemos bautizar. Cuando, después de casi dos siglos y medio, volvieron los misioneros a Japón, miles de cristianos salieron a la luz y la Iglesia pudo volver a florecer. ¡Habían sobrevivido con la gracia de su Bautismo! Pero, esto es grande, ¿eh? El Pueblo de Dios conserva la fe y sigue adelante. Habían mantenido, aunque en secreto, un fuerte espíritu comunitario, porque el Bautismo los había convertido en un solo cuerpo en Cristo; estaban aislados y escondidos, pero eran miembros del Pueblo de Dios, de la Iglesia. ¡Podemos aprender mucho de esta historia!».